01 diciembre, 2015

cuando te vi

y me viste, por primera vez,
sonreírte por arte de birlibirloque.
Tradujiste poemas que trajiste
al son de tus caderas,
un bilingüismo más allá
de nuestras lenguas zotes.
Una realidad por encima
de los sueños derramados
en almohadas ajenas.

Y te vi,
y supe desde el primer día
que todos tus peluches
me otorgarían competencia,
y todas las noches
cuyos aciagos silencios robaría
a escondidas, siendo yo
lo más parecido a un siniestro
en tus vigilias..
Hasta quedarte roque.

Y miré
a la soledad profundamente sólo
por dejar de guiñarme el ojo.
Porque, para colofón de sensaciones,
juro que acallas aromas
que con suaves manos
tornasolan melodías
desde mi corazón a tus labios.

Que melodias sístoles a ritmo
titubeante y concatenado;
sin diástoles que eviten
el reventón de neumático
para amores en la cuneta.
Una vorágine de fuegos artificiales.
Perfección que se queda corta
por naturaleza.

Te vi, y cuando te vi
no tuve cojones a decirte nada.
Tú tan inocencia pueril
y yo tan orgullo marchito,
tú tan feliz y yo tan maldito,
tú... que pusiste en espera
al contestador
de baladas de trompeta;
tengo la llamada perdida
desde que me quedé sin palabras.

Y puesto, qué;
estuve esperando unas doscientas
madrugadas los buenos días
y tener la excusa perfecta
para llevarte el desayuno a la cama.
Cuando lo conseguía,
conté hasta diez y desperté.

Qué te parece si a Madrid
le quemamos los meses del año
en praxis de un vis a vis.

Voy
a llevarme tus inviernos
a entrar en erupción
con el magma sudoroso,
a poner en calma un maremoto
y devolver el oleaje a tu piel.

Voy
a perder por tu ombligo la locura
a tallarme un mapa con tus dudas
por cautela a descuidar la razón,
a soltar besos a tus antojos
para después rendirme a tus pies.

Voy
sin miedo a querer.



A I.R.                  

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