Y otra noche de esas noches
en las que la oscuridad te envuelve,
te atrapa.
Te seduce insinuando
que te pierdas con la soledad.
Te atenúa los párpados
y te deja llevar
entre todos sus rincones.
Guiándola por un plano bidimensional
en los bolsillos
ciñéndote a una ida sin retorno.
Con un adelante o atrás
buscando un dónde.
Al cabo de cierto rato
te encuentras perdido,
con una cara de póquer
que únicamente sugiere
planear una salida.
Sin ánimo de razones.
Noche que lo absurdo
te parece divertido
mientras que pones alto
el listón de chistes malos.
Todo te resulta entre irónico
y fatídico.
Y noches porque el día se echa encima colgándose en tu espalda.
O tu hígado.
Porque no quisiste volver
mientras reconocieran
a simple vista tus imperfecciones.
Porque las tiendas cierren a tu paso
intimidando tu cobardía
junto a la reyerta de sentimientos
en los rincones de tu cerebro.
Recuerda, con ironía.
Porque preguntar un por qué tiene
menos sentido que tu destino;
porque acecha el alba
y el ocaso os responde
puñetazos en la conciencia.
Porque guarda epitafios
de tus memorias en cajas medidas
y una esquela con tu nombre.
Porque un sobrenombre
a estas alturas de la noche
te envuelve en agonía
porque
te recuerda a aquella noche
de otras noches.
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