12 enero, 2016

me apetecía

Los días,
buenos contigo;
los buenos días como los de ahora. No tengo razones para lapidar tu móvil con el manuscrito de mis melancolías,
ni un por qué me embriago a ratos con tus fotos,
como si te hubieras ido a otro planeta.
O qué sé yo, simples tonterías y paranoia imaginativa.
Y a pesar de kilómetros el uno del otro como imanes del mismo polo,
te ofrezco grapadora para colgar la lista de
cada sonrisa que como eyaculada me dedicas y no avisas
cada exilio entre tus piernas
cada rizo de tu melena
cada soldadito de la muerte hecho cenizas de impotencia
cada uno y todos tus gemidos guardados en una caja de música
(y siempre ando dándole cuerda)
cada... cada vez que tu ventana se asoma antes que yo a dormir contigo,
y mira que le dije veces que no me suplantara.
Que ese ombligo es mío, aguarda.
Hay que decir la verdad aunque duela, apretarla entre los dientes, hasta que sus huesos se deshagan. Mi verdad eres tú.
Eres el Omega de mis sueños, y el Alfa de mi camino.
Eres bien un zapatito de bailarina, una celda de sudor y puñeteros arcoiris, bien un oasis en el desierto de los desamparados. La bomba, en mundos apocalípticos.
Llevo nosecuantas manías escritas y no consigo razonar qué motivo me hace escribirte.
Quizás las razones no estén escritas,
y tú seas el único motivo, la última excusa, para escudarme del frío.
Para,
sin venir a cuento,
contarte mi corazón en un fragmento.
Me apetecía.

PD: gracias por ser la única sin miedo a desempolvar los recuerdos.

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