21 junio, 2016

lejanía y alquitrán

Yo,
que he vivido en una cima de tránsito
que he hecho el amor a quemarropa y soplé sus cenizas
que he desencolado la mesilla de noche día a día
donde fui acuñando chinchetas en notas de corte
como si pudiera dar valor a cada mañana,
que he castrado ángeles y con sus plumas me abrigué del frío

de ese frío con manoplas de seda,
que me paré a hacer diana en la basura con escupitajos
y luego tuve que limpiarlo con la manga.

Que probé venenos más allá de copas a media madrugada,
de esas que te presentan en la fiesta
y torturas pro-vida, alumbrando estrellas bajo el badajo
que se apagaban a cada firmamento que regalaba
para más tarde hacer de farolero nocturno
de balcón en alcoba en habitación en la puerta

y que pude llevarme todo el armamento
y también empezar una guerra de almohadas
o cagarme en la Luna, que mientras mira no se me levanta.
Básicamente le hice heridas a mi piel
por no protegerme de los sentimientos
y que el sol de Agosto escueza en el recuerdo
de los muertos sin sentido
de las brevas consentidas
de los charcos conocidos
de las borracheras con-sumidas
y el olor a mierda entre tiestos de balsamina

Pero ahora te digo que estás lejos
que susurrar en tu oído es puro arroyo de agua
y cuanto más bajito, más te acercas
y no veo la luz para aprovechar ese momento funambulista
entre tu cuello y mi aliento
caminando por palabras en tu cuerpo
que encallan por la marea de tu ombligo
que zarparon por el descosido de tus labios
que vomitaría por estribor otros ojos
que no sean los tuyos durmiéndose en los míos
o tu carita de planta carnívora devorará mis besos.

Que puede que te eche de menos,
pero te juro que nunca me he mirado el espejo del alma
cada vez que me anuncias la separación
de tus bienes y mis perjuicios, porque creo
que irte un poco más lejos no va a sucumbir a mis dedos

  en pleno acto de caricia
     o deseo.

Preferirás que te reciba con los besos abiertos
eyaculándote latidos encima
pero la cuestión es que voy a pegarme a ti
como un cigarro de esos que no te gustan un pelo,
y te voy a saborear sin dejar de dar caladas
hasta que se esfumen los sentidos
del alquitrán de nuestra vida
y yo,
pueda morir contigo en el cenicero.






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